viernes, 14 de junio de 2013

EL TRANSPORTE

Esta semana hemos conseguido que arranque el servicio de transporte para el colegio PREEFA, en el que estamos trabajando por las mañanas. Desde que empezamos hasta que hemos visto a los niños montados en sus TRUFIS (como llaman aquí a las furgonetas que hacen transporte urbano) ha sido un auténtico parto (con cesárea incluida). Por varias razones.

La primera, por el tiempo. Han sido 9 meses desde que empezamos a intentar poner en marcha este servicio, hasta que hemos conseguido que arrancara definitivamente. 

La segunda, por la paciencia adquirida. Por el camino hemos ido cosechando fracaso tras fracaso hasta la victoria final. Ha sido un auténtica sucesión de frustraciones de lo más variado. Todo empezó cuando en un domingo por la mañana, en una asamblea de padres, preguntamos si les sería útil poder disponer de un servicio de transporte que llevara y trajera a sus hijos al colegio todos los días. Todos los 50 padres aproximadamente que estaban presentes, excepto dos que vivían al lado del colegio dijeron que les interesaba. 

Salteñada con los profes
Nos fuimos felices pensando que habíamos tenido una buena idea y que enseguida lo poníamos en marcha. No sabíamos lo que nos esperaba por delante...
Al empezar, desde los principios recibidos en nuestra formación en Ocasha, pensamos que nosotros debíamos acompañar, pero no liderar el proceso. Les dijimos que buscaran ellos presupuestos en la gente que conocieran y que íbamos viendo el más barato, que nosotros les ayudabamos con las listas, mandar notitas a los padres y alguna tarea más auxilliar. Pasaban los días y las semanas y la cosa no avanzaba, ni para atrás ni para adelante. 

Decidimos darle un nuevo impulso para obtener presupuestos, empujando a algunos padres, acompañándolos a hablar con algunas empresas y demás. Allá por el mes de Octubre del año pasado, parecía que la cosa iba a salir. Quedaba mes y medio de colegio y pensamos que sería una buena prueba para poder empezar el servicio el curso siguiente desde el inicio (en el mes de febrero). Cuando había que confirmar para empezar, muchos padres daban la callada por respuesta y había que perseguirles para preguntarles si se apuntaban o no. Obtuvimos todo tipo de respuesta. Que si ya para lo que quedaba, que si no lo recogían suficientemente cerca de su casa, que es que pasaba muy pronto y similares.

Ya vimos que acababa el curso y que no íbamos a conseguirlo. Seguíamos creyendo que era algo muy necesario porque muchos padres y sobre todo madres, venían desde la periferia de las zonas más pobres y tardaban una hora o más en llegar. El absentismo era muy alto, porque cuando tenían algo que hacer, no llevaban al niño al colegio. Si no tenían dinero en algún momento, el niño se quedaba en la casa. Además muchas madres dedicaban la mañana solo a ir y venir del colegio porque la jornada es de algo menos de 4 horas, por lo que si iban y venían gastaban mucho tiempo y dinero.

Empezó el nuevo curso y durante las vacaciones habíamos conseguido una ayuda de La Caixa de 3000€ para el transporte escolar. Empezamos de nuevo decididos y de nuevo "que sí que sí" y luego "que no que no". Pensábamos que el dinero debía ir a ayudar a los que más lo necesitaran y no a todos por igual. Así lo comunicamos en una asamblea de madres y padres y nadie estuvo en contra. Pedimos de nuevo que consiguieran presupuestos. La misma historia: nada de nada. Se acababa marzo y no habíamos conseguido avances. En Abril seguimos ya con cierta desesperación. Nos reunimos con los padres por zonas. Vinieron muchos a cada una y constatamos que seguía habiendo interés, pero a la hora de dar el paso final, no se concretaba. Y el mes de mayo, con una huelga que duró 2 semanas....
Llegamos a un momento de desesperación de no entender nada, nadie nos daba una explicación pero sentíamos que estábamos haciendo algo mal, algo no estábamos interpretando correctamente. Volvimos a fracasar en otros dos intentos. Estábamos por tirar la toalla de auténtica frustración. 

Un día una profesora me dijo que su marido trabajaba en un sindicato de transporte y que nos podía dar presupuesto. Era el más bajo de todos. Volvimos a calcular el presupuesto que teníamos y ver para qué alcanzaba. Al haber pasado unos meses ya, para los que quedaban el presupuesto se estiraba mucho más. Les dijimos el nuevo precio y que empezaba el lunes. 
El primer día aparecieron unos pocos, el segundo día más y así hasta hoy, que ya van las tres rutas bastante llenas, aunque todavía quedan plazas.
Estamos felices por haber podido conseguirlo, después de tanto esfuerzo y haber aumentado sensiblemente nuestra tolerancia a la frustración, pero sobre todo nos queda la sensación de que aunque llevemos un año y medio en Bolivia, seguimos teniendo muchas dificultades en interpretar las razones de su gente, sus motivaciones, sus miedos, sus pensamientos. Somos, por suerte o por desgracia, muy diferentes en muchas cosas. Hemos comprobado que a muchos les limitaba el precio, pero no lo decían. A otros les daba miedo dejar a su hijo (sobre todo su hija) con discapacidad  solo, pero no lo decían. A otros, otras cosas que tampoco decían. 

Todo ello, ha sido un verdadero aprendizaje de la idiosincrasia boliviana, de las personas más pobres, de las más indígenas que no manejan los mismos códigos que nosotros. Un toque de atención para seguir haciendo un gran esfuerzo por acercarnos más a ellos e intentar ver el mundo desde su mirada y desde su visión. En resumen, una cura de humildad que nos hará estar mucho más receptivos en futuras ocasiones y para intentar no dar nada por sentado desde nuestros esquemas ibéricos, europeos y occidentales.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena. Un abrazo solidario en la distancia.

    ResponderEliminar
  2. Qué difícil es saber leer lo que tenemos delante! No nos resulta fácil, o mejor dicho, no me resulta fácil a mi. Tenemos demasiadas cosas en la mente para simplemente ver y escuchar al otro sinceramente.
    Afortunadamente, algunos aprendizajes nos permiten ir avanzando en este camino.
    Qué bueno que los trufis estén ya en marcha y la gente los empiece a integrar en su realidad.
    Un abrazo a toda la familia!!!

    ResponderEliminar
  3. Sinceramente Lou, a nosotros tampoco nos resulta fácil. Dedicamos muchas horas de la semana a hablar sobre eso, pero nos seguimos sintiendo muy torpes en muchas ocasiones. Sólo nos queda seguir los consejos de Ocasha sobre poder compartir más momentos de nuestra vida con la gente de este sufrido país

    ResponderEliminar
  4. Tenemos que aceptar tanto las distancias geográficas como las distancias en mentalidad, pero siempre han lazos que unen y tejen una red fuerte en medio de la maraña. Conseguir los medios que nos permiten estar cerca es todo un reto.

    ResponderEliminar