lunes, 17 de marzo de 2014

NUESTRO PRIMER MES EN TIERRAS DOMINICANAS

El martes 18, hará un mes que llegamos a estas tierras dominicanas. Tal y como estaba previsto, ha sido un mes relajado, de visitas, de adaptación. De empezar a conocer, porqué con este “chin” ya uno va dándose cuenta de que esta realidad es bien diferente a la que habíamos vivido hasta ahora. Os contamos algunas de las experiencias que hemos vivido a lo largo de estas primeras semanas de inmersión. 


Llegamos al aeropuerto "las Americas" de Santo Domingo un martes al anochecer. Veníamos tapaditos de España y como era de esperar, nos recibió un calor caribeño, que se encargó de recordarnos que éste era otro lugar bien distinto. Y primera alegría. Allí nos esperaba un “comité de bienvenida” formado por gente de OCASHA... Tomé Garriga al que muchos conoceréis, con sus dos hijos mayores, Leo y Bárbara. Lola Julià, a la  que ya habíamos conocido en Madrid y que vive en Elías Piña. Y Inma Naharro, que está trabajando en un proyecto de pastoral materno infantil en la capital. Los que lo habéis experimentado, ya sabréis de que hablamos, es una sensación genial llegar a un país totalmente desconocido y encontrar gente que te acoge como si fueras de su familia. Gente que se preocupa de lo más cotidiano y de lo más importante.

Y con esta buena gente hemos pasado este primer mes. Al tiempo que íbamos haciendo todos los trámites de papeleo, conociendo detalles de nuestro proyecto, adaptándonos al clima, aprendiendo el vocabulario básico dominicano, … dejando de llamar guapos a los niños (aquí guapo significa enfadado) y empezando a llamar “doñas” a las señoras, … pues simultáneamente a todo esto, hemos ido pasando por las casa de estos compañeros y nos hemos empezado a conocer y hemos compartido mucho.

Quizás lo más duro que hemos visto hasta ahora, es toda esa situación de la frontera entre Dominicana y Haití, que vimos cuando pasamos uno días en Jimaní con Pedro Cano. Una realidad que a primera vista, se mueve entre el polvo, los controles policiales, una manera de tratarse un tanto agresiva, una relación entre vecinos a menudo marcada por la desconfianza y los prejuicios. Pero una tarde mientras te balanceas en la mecedora y van pasando los minutos sin hacer nada, vas intuyendo que hay una realidad más profunda. Aquellas personas que has ido observando durante la mañana, comienzas a pensar que posiblemente anhelan un futuro mejor, una mayor seguridad para sus hijos, unas condiciones de vida más dignas para los suyos. Y entonces una paz te invade y empiezas a intuir que la distancia entre ellos y tú acaba de acortarse. Estamos todos en el mismo camino, ¿quizá buscando la felicidad? Seguramente. Lo que pasa es que aparte de que cada uno es cada uno, el punto de partida y las reglas del juego suyas y nuestras, no tienen nada que ver. Y por una parte te sientes privilegiado, pero por otra te sientes responsable. Seguro que Jesús transita por aquellos caminos polvorientos calmando el dolor, alimentando la esperanza, acompañando a los que quieren seguirlo, quién sabe si consiguiendo poner un poco de justicia, ... El trabajo es descubrirlo.


Desde hace una semana ya estamos “solos” instalados en nuestra casa de Sabaneta. Por cierto, desde que llegamos acá, estamos hablando continuamente de Miguel y Paloma y de Marta y Amparo. Todos ellos han sido los compañeros de Ocasha que han pasado por aquí y que la gente recuerda con un cariño entrañable.

Así que el martes, que empezamos a vivir aquí en Sabaneta, primero nos sentíamos un poco huérfanos, porqué ya no estábamos bajo el “cobijo” de nuestros compañeros. Pero que pronto, la gente te acoge y te abre sus casas. Está siendo una experiencia nueva que estamos disfrutando mucho. Aunque te den un buen susto, qué alegría te da que una mujer anciana, toque a la puerta cuando ya es oscuro y te lleve un "pan de batata" porque ha pensado que te gustaría probarlo. O que te llamaen las hermanas misioneras para preguntar si hemos pasado una buena noche. O ayer por la tarde que visitamos un buen número de casas, acompañados por la hermana Merci. La mayoría de gente que visitamos, eran humildes, y todos daban gracias a Dios por la vida, porque tienen todos los días un "chin" de comida para compartir, unos hijos que les han salido buenas personas,... Y que fuerte que toda la gente tuviera tiempo de estar por ti. Qué buen sabor de boca y cuánto intuimos que estas personas nos aportarán.



Cuídense. El próximo mes, mas. Mañana, subimos ya para las “lomas” donde está ubicado el Centro educativo Vocacional Aventura, nuestra misión principal acá. Así que a la próxima entrada seguro que tendremos muchas historias que contaros. Mientras tanto, unidos en la oración.

2 comentarios:

  1. Bueno chicos a escribir todos los meses ya estoy animando a los de Levante para que se suscriban y os manden algún comentario.

    ResponderEliminar
  2. Gracias chicos por vuestra entrada. Saber que los compañeros dominicanos os han hecho sentir "familia" y ayudado a conocer la realidad desde su trabajo, nos hace a todos vivir esa manera de hacer Misión de OCASHA.
    Esperamos vuestras noticias cuando bajéis de las "tierras altas". Ya contando vuestra realidad de Misión, para la que habéis sido enviados. Rezamos por vosotros, rezamos con vosotros.
    Quique

    ResponderEliminar