martes, 5 de mayo de 2015

EN NUESTRO CENTRO

     Después de este tiempo, tenemos que ver las cosas con realismo, es verdad que en el tema pastoral, nos falta mucho de presencia de personas adultas, no hemos podido consolidar una comunidad de fe adulta, por muchas circunstancias, pero si hemos podido consolidar el centro juvenil, que es un centro social y de vida de fe para niños y jóvenes..
     En cuanto a los adultos, no nos damos por vencidos y seguimos trabajando y viendo las mejores posibilidades, por eso hemos decidido comenzar con una pequeña comunidad de vida, donde podamos como comunidad vivir nuestras vidas desde la fe.

     En cuanto a los niños, en estos momentos vienen al centro unos 36 niños y jóvenes, de forma irregular por las circunstancias personales. Abrimos cuatro días a la semana, los martes y jueves para jóvenes y los sábados y domingos para niños y jóvenes.  Evaluamos la situación del centro y nos dimos cuenta de que necesitamos contar con un espacio de acompañamiento psicológico, por los graves problemas que vamos detectando, principalmente agresividad, abusos, alcohol.
     Muchos de ellos, tienen problemas de comportamiento, y dificultades para relacionarse. Su Autoestima es muy baja. Proceden de familias desestructuradas con escasos recursos, donde no cuentan con modelos de comportamientos adecuados, por el trabajo de sus padres o situaciones familiares, se podría decir que muchos de ellos, “se educan”  en la calle con roles sociales agresivos.

     Por eso, este año estamos trabajando, entre otros temas: Desarrollo personal: con temas relacionados con autoestima. Relaciones interpersonales: asertividad, comunicación sin violencia, empatía… Desarrollo social: socializando derechos y deberes, valores de la comunidad… Utilización del tiempo libre: ofreciéndoles espacios donde puedan disfrutar sin violencia, ni agresiones. Todo lo intentamos hacer de forma atractiva, a través del teatro, baile, manualidades, títeres, dibujo, deporte y juegos recreativos. 

Queremos ofrecer a los niños y jóvenes la posibilidad de tener un espacio, una iglesia donde se sientan en paz y a gusto, donde se apropien de la experiencia de fe. Un lugar donde sean los protagonistas de su vida, desde su realidad.
La vida de Jesús es un mensaje de solidaridad con los olvidados y excluidos, pero no de forma teórica, sino que vivió muy próximo a ellos, haciéndose su prójimo, desde su nacimiento hasta su muerte. Nuestra respuesta a estas situaciones de injusticia y exclusión debe venir guiada por el amor gratuito de Dios y el ejemplo de vida de Jesús. 

José Adolfo

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