martes, 20 de marzo de 2018

COMUNICADO PUBLICO DESDE LA PASTORAL DE MIGRANTES

Ante  unos hechos delictivos graves en la localidad de Pedernales la Comisión Nacional de Pastoral de Migrantes ha sacado el siguiente comunicado público para que nada ni nadie se tome el derecho de hacer justicia por su mano contra personas inocentes e indefensas por el mero hecho de que sean migrantes vulnerables no responsables de crimen alguno.
“No oprimir al migrante” (Ex. 23,9 ) “Ámalo como a ti mismo” (Lv. 19, 33-34)
A la luz de la palabra de Dios, y en el contexto de la reincidente manipulación del dossier dominico-haitiano con malsanos objetivos, comunicamos:
1.- Ninguna norma jurídica de país alguno debe prescribir ni aplicar discriminaciones ni diferencias entre migrantes y nacionales.
2.- Toda legislación fundada en el criterio universal de la justicia social debe garantizar el respeto de la dignidad humana, sobre todo, la de las personas migrantes vulnerables indocumentadas. ¿Acaso los débiles vulnerables no son seres humanos dignos de respeto?
3.- Escuchemos cómo nos habla Dios: “Si vive entre ustedes o sus descendientes un forastero… hará lo mismo que ustedes. No habrá más que una ley y el extranjero…; es un decreto perpetuo para sus descendientes. Como sean ustedes, así será el extranjero delante de Yavé. Habrá una sola ley y una sola costumbre para ustedes y para el extranjero que vive entre ustedes” (Nm. 15, 14-16). 
4.- Con la fuerza profética de la palabra bíblica declaramos inaceptable: La manera indiscriminada de los operativos de repatriaciones con maltratos, abusos, extorsiones y violaciones de los Derechos Humanos de personas migrantes. La agresión física y moral a personas indocumentadas y documentadas. Las indiscriminadas deportaciones bajo el alegato de la falsificación de carnets expedidos por el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros. La extorsión, el despojo de bienes y enseres personales, y el macuteo en los puestos de chequeos militares, contra migrantes portadores de carnets de registro del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros. La práctica discriminatoria de arrestar y deportar a dominicanos por su color negro. Eliminar, de una vez por todas, el negocio burdo-descarado de militares, autoridades y comerciantes en los puestos fronterizos y en los chequeos, con la práctica del reclutamiento a migrantes ilegales para la injusta exploración laboral en República Dominicana.
5.- Desde la misma fuerza profética exigimos: Que cada Estado (Haití y
República Dominicana) garanticen los derechos básicos fundamentales de sus respectivos ciudadanos: trabajo, vivienda, alimentación, salud, educación y seguridad social, de manera que no tenga que emigrar. Que cese la discriminación social, el antihaitiamismo, el antidominicanismo, la xenofobia y el racismo de las élites dominantes (de ambos países) que envenenan e impulsan a los dos pueblos a practicar comportamientos y discurso plagados de prejuicios raciales contra los vecinos y contra sus propios hermanos. Que el gobierno de Haití cumpla con su responsabilidad de documentar a sus nacionales migrantes para facilitar el registro de los mismos en el Plan Nacional Regularización de República Dominicana. Que el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros de República Dominicana flexibilice de forma expedita la requisitoria de regulación, de manera que los migrantes –desprovistos de recursos económicos- tengan acceso a un proceso regulatorio que les permita obtener la documentación sin trabas de artificios legales costosos.
6.- El paso de la condición indigna de forastero a la condición digna de ciudadano, lo cual nos reclaman, definitivamente, adoptar una auténtica voluntad política de Estado en estos términos inaplazables-inestables: Reconocer-respetar la dignidad de todas las personas migrantes, en especial la de los empobrecidos más vulnerables (en nuestro país: los migrantes haitianos indocumentados). Valorar los aportes de la población migrante trabajadora a la economía dominicana (tanto los de la indocumentada como los de la documentada). Documentar al migrante trabajador haitiano deviene en un factor positivo, sobre todo, para le estructura productiva agrícola del país, amén de lo positivo que revertirá en otros renglones de la economía Dominicana. Promover una cultura de acogida, que a su vez va de la mano con la cultura de paz. Esto salvaguarda la convivencia y las sanas-respetuosas relaciones bilaterales. No seguir incidiendo en el dossier dominico-haitiano a base falacias que inducen a percibir peligros para la soberanía del país. Y adoptar una justa política de estado que responda a los desafíos para con la gestión de la migración como país receptor y emisor de migrantes. Sobre todo exigimos, estar a la escucha reflexiva de este oráculo bíblico profético: “¡Ay de aquellos que llaman bien al mal y mal al bien, que cambian las tinieblas en luz y la luz en tinieblas, que dan lo amargo por dulce, y lo dulce  por amargo! ¡Ay de los que se creen sabios y se consideran inteligibles! “(Is. 5, 20-21).
7.- A modo de conclusión. Atendiendo las líneas reflexivas de los tres textos bíblicos: “No oprimir al migrante”, nos exige: protegerlo, acogerlo, defenderlo, con todo lo que ello implica. “Amar al migrante”, es escuchar, aceptar y responder a un mandato de Dios, para responderle a Dios en el encuentro con el hermano migrante. Y esto acontece cuando traducimos a la práctica el evangelio de la misericordia plasmado en Mateo 25, 31-46. “Una sola ley para ustedes y para el forastero”, nos dice, nos enseña, nos está indicando, que como cristianos, como iglesia, como Estado: somos corresponsables de pasar de la palabra a los hechos, es decir: aportar, y coadyuvar para que el migrante, de forastero indefenso devenga en ciudadano con derechos económicos, sociales y culturales de plena ciudadanía.
Les recordamos a los gobiernos (al de Haití y al República Dominicana) el paradigma de ejercicio gubernamental del Rey David, reconocido con benevolencia por parte de Yavé, porque dirigía administraba “con lealtad, justicia y rectitud de corazón” (1Re. 3, 6). ¡Y qué bien heredó el Rey Salomón el legado de su padre David!: para gobernar al pueblo pide un corazón dócil que le permite discernir el mal del bien. Tanto agradó a Dios el estilo y la práctica de política pública ciudadana de Salomón, que este Rey queda reconocido por Yavé, hablándole Dios de esta manera: “has pedido inteligencia para atender a la justicia… Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riqueza ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición, te doy un corazón sabio e inteligente…”
“El que tenga oídos para oír que oiga, el que tenga corazón para sentir que sienta”.

En Jesús, Hijo de Dios, migrante antes y después de nacer: peregrinando un itinerario de vida migrante, asumiendo las vicisitudes y sufrimientos de las personas migrantes.
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